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Mostrando entradas de febrero, 2017

Corazones de ojos grandes

Mateo 6, 24-34 Conocí la historia por Santiago Posteguillo, la cuenta en La sangre de los libros . Cómo es que  a Ángeles Mastretta un día en el Hospital San José los médicos le dijeron que su hija pequeña estaba en coma. Ella preguntó cuánto tiempo podría estar así, y si la pequeña escuchaba. Le respondieron que no se sabía, la única esperanza radicaba en que su hija era joven y los jóvenes generalmente tienen ganas de vivir. Se sentó junto a la cama y cerró los ojos. Estuvo así por un tiempo incalculable, hasta que una enfermera le sugirió que fuera a casa a descansar un poco. Le hizo caso. A medias. Fue a casa pero no a descansar, sino a escribir. Comenta Posteguillo: "Ella era, además de madre, escritora, y los escritores no combaten nunca en silencio. Las palabras son sus armas. Armas de las que muchos se ríen, sobre todo los poderosos, pero siempre se esfuerzan en silenciarlas... por si acaso. Si tanto temen a las palabras, es que realmente son fuertes." Ángeles

La mejilla de Rosa Parks

Mateo 5,38-48 Fue un día del invierno de 1943, en Alabama, al sur de Estados Unidos. Rosa Parks de 30 años, sale de trabajar en un campo militar. Ahí, el presidente Roosvelt, ha abolido la segregación racial legalizada, bajo el argumento de que si un negro usa el uniforme del país y da su vida por la patria en la guerra como cualquier  blanco, debe ser tratado de igual manera. Afuera la segregación  sigue vigente. Regresa a casa en autobús, que va lleno. Rosa debe pagar y luego descender y abordar por la puerta de atrás, pero va mucha gente en la puerta, se le hace fácil caminar por el pasillo. El conductor hace amago de regresarla aun por la fuerza: "sólo no me golpee", dijo ella, y bajó para continuar a pie el camino a casa. Humillada, dolida, no olvidó el nombre ni el rostro del conductor: James F. Blake, y se promete a sí misma no volver a subirse con él en el autobús. Tuvo ese cuidado. Pero doce años más tarde, después de un cansado día de trabajo, el primero de dicie

El corazón lleno de nombres

Mateo 5,17-37 Recuerdo perfectamente que fue el día que conocí Real de Catorce, el pueblo fantasma de San Luis Potosí, hace más o menos un par de años. Había dado yo unas conferencias en la capital potosina a un grupo de profesores laicos de los colegios de una congregación de religiosas. Me habían dicho varias personas que no era posible que habiendo ido tantas veces a San Luis Potosí, nunca hubiera ido a Real de Catorce, que a fin de cuentas no quedaba tan cerca como suponía. Terminé mi mañana de trabajo, y me dirigí a conocer el bellísimo lugar. Me acompañaba como chofer mi compadre. Como era sábado y teníamos que volver a la Ciudad de México, viajamos prácticamente de noche. Para que mi compadre no se durmiera, me puse a leerle en voz alta un libro que acaba de descargar en mi kindle, y que había leído hacía unos veinte años. Sin embargo, la belleza del libro no fue suficiente para contrarrestar el cansancio que sentía. De una animada y debatida lectura, poco a poco se me fueron

"Ábreme la noche y ven a ver cómo te puedo querer": San Felipe de Jesús

2 Corintios 4,7-15 Pudo huir y salvarse, y vivir como viven los cobardes. Pero Felipe prefirió llevar en su cuerpo la muerte de Jesús, y murió como mueren los hombres. La vida de los mártires sólo se entiende a la luz de la cruz del Señor, de donde brota la sabiduría de Dios, hasta entonces escondida a los ojos de los humanos. Canta Juan Luis Guerra a Cristo, y Cristo en la cruz: Que me disculpen los sabios, pero la sabiduría duerme detrás de tu oreja, y no en Grecia; como la historia creía... No necesito violines, pizzicatos en el pecho; eres todo mi concierto, la más bella sinfonía. Que me disculpe el poeta, pero toda la poesía la encuentro sobre un madero, y me verso con tus rodillas que riman . La segunda carta de san Pablo a los Corintios es, en cierto modo, la traducción en palabras de esta sabiduría que brota de la contemplación de la cruz. Por eso mismo nos ayuda no sólo a comprender el testimonio de los mártires, sino también, y en primer