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Mostrando entradas de junio, 2014

San Pablo

Me cae bien san Pablo. Y eso significa que lo admiro, un gran maestro y un gran discípulo. Llegó a ser un gran rabino en judaísmo farisaico porque seguramente fue un alumno disciplinado y exigente consigo mismo. Basta leer cualquiera de sus cartas para comprobar su conocimiento de la Escritura. Y eso me gusta de él. Habiendo nacido fuera de la zona de Palestina, supo de Jesús como muchos otros por lo que contaron de él otros judíos de la diáspora que fueron testigos de la muerte de Jesús en la cruz, y probablemente también de su resurrección. No les creyó. Él mismo cuenta cómo persiguió a la comunidad cristiana de Damasco. Estamos acostumbrados a imaginarlo con la espada matando cristianos. Parece que más bien polemizaba con ellos en la sinagoga, quizá con cierta ironía.   Imaginamos su conversión también de manera aparatosa, con caída de caballo incluida, pero por lo que cuenta de sí mismo parece que su vocación fue más humilde aunque no por ello menos espectacular. Quizá a me

Trinidad: Amante, Amado, Amor

Juan 3,16-18 Un día que caminaba por la calle, se encontró Mafalda a Miguelito sentado en la banqueta mirándose angustiado una uña. "¿Qué te ocurre, Miguelito, le preguntó", "nada, ya se me pasará", le contestó. "Pero, ¿qué es?", insistió Mafalda. "Bueno, que siento un poco de angustia en esta uña, eso es todo." Y dejándolo solo, siguiendo su camino con cara de cruel sorpresa, piensa Mafalda para sí: "Que me vengan después con que no hay nada nuevo bajo el sol."   Y novedad bajo el sol fue la que trajo el cristianismo con la comprensión de Dios como Trinidad. Mayor novedad me parece la radicalidad con la que afirma sin más que Dios, el único Dios, el verdadero Dios, es Amor. Dios es Amor, amor absoluto, fiel y apasionado. Dios es amor, y cuanto hace y dice expresa su manera de amar, como dejó en claro Jesús a Nicodemo, como lo comprendió perfectamente el Discípulo Amado y lo transmitió puntualmente su comunidad. Como lo confesamo

El cielo en Galilea

Mateo 28,16-20 La fiesta de la asunción de Jesús al cielo es maravillosa y desconcertante; en realidad, la ida de Jesús al cielo es una narración que sólo encontramos en los escritos de san Lucas. En el evangelio de san Mateo, que ilumina esta fiesta en este año, nos encontramos simplemente con que Jesús no se fue. Después de la resurrección, Jesús anuncia, y con ello termina la narración del evangelio, que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Y las preguntas se imponen: Si no fue, ¿dónde está?; y si está aquí, ¿dónde está el cielo? Y por supuesto, queda de antemano descartado que el cielo de Dios sea el mismo cielo que vemos azul, con sol y nubes durante el día, y negro y estrellado en las noches; el cielo de Dios no es el universo, sino la infinita realidad de su presencia. El cielo es la realidad entera habitada por Dios.  Si Jesús dice que está con nosotros perpetuamente hasta el fin de los tiempos, entonces nosotros, los discipulos de Jesús y lectore