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Mostrando entradas de junio, 2009

El Dios de las mujeres.

El evangelista Marcos (5,21-43) nos presenta este domingo una doble escena; o mejor, una escena dentro de otra. En la primera, Jairo jefe de la sinagoga pide a Jesús curar a su hija, de doce años, que está muy grave. Durante el camino, una mujer anónima, que padece flujo de sangre desde hace doce años y que ha gastado su fortuna en médicos, toca por detrás y sigilosamente el manto de Jesús, quedando sanada al instante. Jesùs responde que ha sido su fe. En ese momento, enviados de la casa de Jairo avisan que su hija a muerto. Jesús pide a Jairo tener fe. Sigue su camino a casa de éste, donde la gente se burla de Jesús cuando les avisa que la niña sólo está dormida. Entra él con los padres, y con ternura y delicadeza le pide que se levante. Ella se levanta. El texto, aunque presenta a Jesús como Señor por encima de la enfermedad y de la muerte, tiene otros mensajes más importantes. Un bueno judío daba, entre otras cosas, gracias a Dios por "no haber nacido mujer". U

Viajar con Dios.

La lectura del evangelio de este domingo es de san Marcos, 4,35-40. Es la escena que sigue al discurso sobre las parábolas del Reinado de Dios. En esta escena, Jesús pide a sus discípulos pasar en la barca "a la otra orilla". Pero durante la travesía se desata una terrible tormenta que pone en peligro a la barca. Los amigos de Jesùs tiene miedo. Jesús duerme. Sus discípulos lo despiertan y le reclaman: "¡¿no te importa que muramos?!" Jesús calma la tormenta con un grito y luego responde a los suyos: "¿Por qué son cobardes? ¿No tienen fe?" Y ellos se preguntan admirados: "¿Quién es éste que hasta el viento y el mar lo obedecen?" Primer punto. La otra orilla en el evangelio son las tierras paganas, es el lugar de los otros, de lo distinto, de lo extraño, de aquello en torno a lo cual proyectamos nuestros miedos y nuestros males, en todo sentido. Es el lugar donde habitan los demonios (en la escena siguiente del evangelio, Jesús hará ahí

El Dios de lo pequeño.

Este domingo la liturgia nos propone dos parábolas, tomadas del evangelio según san Marcos. En las dos Jesús nos explica cómo es el reinado o la acción salvadora de Dios. Las parábolas son imágenes que Jesús tomó de la vida cotidiana de su pueblo. Quizá hoy nos diría que Dios es como un celular, siempre lo traes contigo y siempre te comunica con la gente que quieres y que te quiere, comenzando por él mismo. Quizá diría también que la acción de Dios es como el agua de una jarra de barro, que siempre se mantiene fresca y revitalizante. Las parábolas que este día nos propone Jesús son dos: la primera nos dice que el reinado de Dios es como un grano sembrado en la tierra que crece y crece sin que el campesino que lo sembró intervenga o sepa cómo. Pero hizo el esfuerzo de sembrar. La segunda parábola dice que el reinado de Dios es como la más pequeña de las semillas -el evangelio dice que es la semilla de mostaza, a saber- pero una vez sembrada, crece y crece y crece, y se vuel

Nuestro Dios, comunidad de encuentro

Este domingo la Iglesia celebró a nuestro Dios Uno y Trino. Tener a un Dios que no es individuo aislado sino comunidad es inmesamente gratificante y desafiante. Vivimos rodeados y desbordados por la presencia de Dios que provoca encuentros. Él mismo es un continuo encuentro entre el Padre y el Hijo, encuentro que es el Espíritu Santo. Él mismo como Dios sale a nuestro encuentro en la historia a través los hermanos, especialmente en la persona de Jesús. En él siempre econtramos a Dios. Yo esta semana tuve muchos encuentros. Encuentros con mi historia, con mi vocación, con la gente que quiero y que me quiere, con personas con las que hacía muchos años que no cruzaba palabra. Vivir es un encuentro. Un encuentro lleno de abrazos dentro del único gran Abrazo que es Dios mismo. Porque esto es así, tenemos el reto de abrirnos constantemente a nuevos encuentros, a ver el futuro con el gozo y la esperanza de que cada encuentro nuevo es así mismo una nueva experiencia de Dios. Les

Sobre el Espíritu Santo

Han sido tantas mi ocupaciones y preocupaciones en este día, que pensé que no tendría ocasión ni ideas para compartir con ustedes, amigos y hermanos. Sin embargo, el muy reciente triunfo y campeonato de los pumas han cambiado mi parecer. Y es que, ¿quién no ha sentido alguna vez la sensación haber conquistado el triunfo? ¿Qué se siente? ¿Qué se siente ser mamá o papá o tía o tío, y tener por primera vez al bebé en brazos? ¿Qué se siente abrazar y ser abrazado al amigo o a la pareja que tanto se quiere? ¿Qué se siente escuchar aquella voz especial por teléfono, o toparte por sorpresa en la calle a aquella persona en la que has pensado últimamente? ¿Qué se siente saber que por fin han quedado evidenciadas las mentiras de quien te calumnió con toda la intención? ¿Qué sienten los que tienen hambre y saben que al día siguiente también comerán? ¿Qué sienten los que, probada su inocencia, recuperan su libertad? Eso que todos hemos sentido en esos momentos especiales, es el Espíri